Diario de...



Preguntas ante la “protección sexual” impuesta a personas con discapacidad.
“Soy madre de una soltera de 22 años, deficiente mental media. Acabo de sufrir una dolorosa experiencia. Mi lucha, resumida, es la siguiente:
Primera entrevista con la dirección: “Señora, una joven no debe ingresar en estos centros sin una protección sexual. Puede elegir entre la píldora, la ligadura de trompas o el dispositivo intrauterino…Yo telefoneo a los responsables de la asociación departamental gestora para conocer lo dispuesto sobre este problema en nuestros centros. Recibo las siguientes respuestas: “Qué diferencia hay entre una píldora y una aspirina?” . Creí desmayarme… “Su hija tiene que pasar por eso”. Creí explotar.
Otra madre se pregunta si esterilizar a su hija no significa traicionarla:
“La esterilización va en contra de todo lo que hemos intentado inculcar en Sabine para que acceda a su máxima autonomía y para hacerla cada vez más responsable de sus actos”.

La información ha sido obtenida del libro:  

Primeras expericencas.

"Cuando era una adolescente estaba muy celosa de las bellas mujeres, sin incapacidades físicas, que veía en la televisión y en las películas.
Consideraba que el sexo estaba hecho para ellas y no para mí. Por suerte, a los doce o trece años aprendí a masturbarme. Hallé el modo de, estando en el baño, acercar mis genitales a un manguito de goma empalmado al grifo, y al poco suspiraba por ir al baño. Horas antes de ir al baño empezaba a sentir gradualmente el cosquilleo casi eléctrico de la creciente excitación sexual que incubaba en mi interior, y la súbita irrupción de un orgasmo era todo un éxtasis de placer. Incluso hoy, años después de aquello, me excita evocar esta fantástica manera de estimularme. Pero lo más importante fue que el hallazgo de los placeres que encerraba la masturbación me hizo ver que yo era un ser sexual, que era legítimo albergar estos sentimientos.”

Fragmento del testimonio de una muchacha de veinticinco años con parálisis cerebral, tomado de Masters, Johnson y Kolodny (1987, pág 597).



LA MAMÁ MÁS PEQUEÑA DEL MUNDO...

Cristianne Ray,  es una joven de 20 años y 84 centímetros de altura, que dejó atónitos a los médicos convirtiéndose en la mujer más pequeña del mundo en dar a luz. Cuando se enteraron de su embarazo no programado, los doctores temieron por la vida de Cristianne. Sin embargo, ella estaba decidida a tener a su bebé. Ahora, a pesar de los pronósticos, mece en sus brazos a su pequeña recién nacida. Jeremy Bowden, el orgulloso papá, destaca por sus 1,90 metros de altura. La pequeña Kyrsten nació con 2,04 kilos y 35,5 cm de largo. A pesar de su altura, Cristianne y su novio Jeremy están decididos a darle la mejor vida a su hija y a ellos mismos.

        Cristianne padece una rara enfermedad ósea que impidió que sus huesos crecieran al ritmo de un adulto. Aunque posee órganos y músculos de tamaño normal, todos ellos están compactados en un espacio muy pequeño. El embarazo de Cristianne fue totalmente único. De hecho, no existen otros casos similares. Si el bebé hubiese crecido en su útero boca arriba, podría haberle aplastado el corazón y los pulmones. La madre, por su parte, necesitaba mantener al feto al menos 30 semanas en su cuerpo para ofrecerle la posibilidad de luchar por su supervivencia fuera del útero.

La historia de Cristianne y Jeremy ha ocupado numerosos titulares a nivel nacional y resulta fácil encontrar en la Internet comentarios del público en general hacia su decisión. Algunos creen que lo que están haciendo no es lo correcto. Cristianne, sin embargo, desea probar que esa gente está equivocada. Para ello, maneja su automóvil, juega a los bolos con el objetivo de mantenerse en forma y elige su propio vestido de novia. Sin duda alguna, está desesperada por el hecho de que ella y su familia lleven una vida independiente y normal.


 Información obtenida:  Internet /Discovery Chanel/.